APLICACIONES PRÁCTICAS
Escribe las preguntas
relevantes de una comprensión lectora de este texto
|
Albert Camus dedicó el discurso del Premio Nobel,
en Estocolmo, a su maestro de escuela primaria, el señor Germain, y después de
la ceremonia le escribió una carta muy emotiva para expresarle cuánto le debía
de ese honor que acababa de recibir. “Sin usted, sin la mano afectuosa que
tendió al niño pobre que era yo, no hubiera sucedido nada de esto… Sus
esfuerzos, el corazón generoso que usted puso en ello, continuarán siempre
vivos en uno de aquellos escolares, que pese a los años no ha dejado de ser su
alumno agradecido”. Aquel maestro de primaria se había empeñado en que un alumno
lleno de talento, que se llamaba Albert Camus, estudiara el bachillerato; lo
había preparado a conciencia, había vencido la reticencia de aquella familia de
toneleros que se negaba a darle estudios porque necesitaba que el chaval
llevara dinero a casa; el maestro le acompañó en tranvía al examen de ingreso,
esperó el resultado sentado en un banco en la plaza del instituto y luego se
desvivió para que le concedieran una beca. Era un chico espabilado, hijo de una
madre sordomuda, de un padre muerto en la batalla de Verdun en la I Guerra
Mundial y que crecía en el barrio obrero de Bellcourt en Argel, entre árabes
pobres y franceses subalternos, al cuidado de una abuela. El maestro señor
Germain le contestó a la carta: “Creo conocer bien al simpático hombrecillo que
eras. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. El éxito no
se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo el mismo Camus”.
En cualquier tiempo, en
cualquier lugar, hubo un niño superdotado que se encontró con un buen maestro
como el señor Germain. Por los ventanales de la escuela de un pueblo perdido
salía la cantinela de la tabla de multiplicar, con la lluvia en los cristales,
según los versos de Machado. Tal vez el niño llegaba a la escuela municipal en
invierno atravesando el campo a pie bajo la nevada y en el aula con un dedo
lleno de sabañones señalaba en el atlas abierto mares e islas, que a buen
seguro nunca podría navegar. O tal vez jugaba en un descampado en las afueras
de la ciudad con otros golfillos si más horizonte que el de ser un perdedor el
resto de su vida. En cualquier tiempo, en cualquier lugar, hubo un maestro de
escuela que un día puso la mano en el hombro de ese niño e hizo todo lo posible
para que su talento no se desperdiciara. Convenció a los padres, pobres y analfabetos,
de que su hijo debía estudiar y lo preparó personalmente para el ingreso en el
instituto.
Hoy es un famoso
arquitecto. Tiene 59 años. Ha levantado edificios en Brasil y en Singapur. En
el álbum de fotos que contempla ahora junto con sus tres nietos aparece la
imagen de un niño muy bien peinado con la raya partida, sonriente, con chaqueta
y corbata al lado de un hombre mayor que le pone la mano en el hombro. Los
nietos le preguntan quién es ese señor desconocido. Fue la foto que se hizo en
el parque el día que aprobó el ingreso en el bachillerato. Todos los éxitos que
ha tenido este arquitecto en la vida proceden de aquella mañana en que su
destino tomó el sendero apropiado. En la escuela del pueblo quedaron otros
compañeros que no pudieron estudiar y que hoy juegan al tute en el hogar del
jubilado con gorra y jersey de pico. En el descampado del barrio marginal de la
ciudad siguen hoy otros chavales jugando como perros sin collar a merced de la
fortuna.
Era un día de junio. El
niño se levantó temprano. Su madre le lavó la cara y el pelo con jabón en una
palancana en el corral, le fregó la roña de las rodillas con un estropajo, le
ayudó a vestirse con los pantalones cortos, la chaqueta, la camisa blanca y la
corbata, todo nuevo, estrenado para el caso. El padre se despidió de su hijo
sin palabras antes de ir al campo a trabajar de jornalero. El maestro acompañó
a este niño en el tren hasta la ciudad. En el vestíbulo del instituto lo dejó
en medio de la ruidosa algarabía de otros niños que eran vástagos de la
burguesía ciudadana. El niño se sentó por primera vez en un pupitre y esperó
las preguntas del examinador. Lengua, historia, geografía, matemáticas. A la
salida del examen el maestro de escuela se lo llevó a tomar un bocadillo y un
refresco a un aguaducho del parque. Allí posaron juntos para una foto del
pajarito con palomas a los pies. El arquitecto repasa el álbum y recuerda a sus
nietos que aquel día fue el más feliz de su vida. El maestro se llamaba don
Manuel y ya hace mucho tiempo que ha muerto.
LA DÉCADA DE LOS OCHENTA
1.
Durante la década se han puesto de moda la segunda residencia, el coche para la
esposa y después para el hijo, el viaje de vacaciones a Tailandia, el esquí en
los Alpes franceses, el ordenador o el vídeo para el niño. Las ciudades están
más contaminadas, más agobiadas de lo que estaban. Los pueblos han cambiado de
aspecto. Muchos de los que en los cuarenta o los cincuenta emigraron del campo
a la ciudad han arreglado la casa de sus padres para pasar en ella sus
vacaciones o los fines de semana. En muchos de esos pueblos, incluso en los que
fueron declarados "conjunto histórico-artístico", han crecido feas
construcciones con tejados de uralita.
2.
Las reformas educativas, la construcción de autovías, la extensión de la
Seguridad Social y de las pensiones de vejez, la despenalización de los
supuestos del aborto, la animación cultural de pueblos y ciudades, son datos
indicadores de un progreso hacia una sociedad más moderna y más justa. Los
escándalos político-financieros, la corrupción, las bolsas de pobreza que aún
existen, parecen ir en contra. Pasamos por un momento de desprestigio de la
política, con la fácil generalización de "todos los políticos son
iguales", en desprestigio de la democracia.
3.
Durante la década nos hemos mecanizado. Quien más quien menos tiene un fax y no
es cosa rara llamar desde el coche o llevar teléfono portátil en el bolsillo.
Se nos ha venido encima una avalancha de objetos que hace poco tiempo no
necesitábamos para nada y que se han hecho imprescindibles. Estamos en la era
del papel, buzones llenos de anuncios, cartas -personales- con ofertas absurdas
con premios. Estamos en la era de las sonrisas de relaciones públicas. Y
tenemos la sensación de que el nombre de cada uno está apuntado en infinitas
listas.
4.
Antes, el "gran negocio" era salvar el alma. Ahora se mira por la
salvación del cuerpo. Parece que en el gran espectáculo, todo sea deporte.
Vivimos en una sociedad deportiva en que todo se toma deportivamente (menos el
deporte, que engendra violencia). Ha llegado a ser obligatorio estar sano,
hacer gimnasia, ir a la sauna, lucir un bronceado, dejar de fumar.
5.
En materia de gastronomía hemos pasado durante la década desde el
deslumbramiento de la nouvelle cuisine y el abusivo encarecimiento de
los restaurantes a redescubrir las virtudes dietéticas de los boquerones fritos
en aceite de oliva. No sólo los altos precios, también el colesterol que se
esconde detrás de los platos de nueva invención ha producido en los últimos
tiempos cierto deseo de regreso a la cocina española. Aún quedan en nuestras
ciudades tascas y casas de comida que siguen haciendo "los guisos de la
abuela".
6.
En las relaciones personales vimos desaparecer durante estos diez años la
esposa solícita, el novio formal, el marido serio y trabajador, aunque algo
aburrido. Se acabó aquello de "las niñas a las nueve en casa". Ahora
parece iniciarse una tendencia en sentido contrario. Señores mayores que se
separaron de sus esposas han vuelto a casarse y buscan a una joven que, aún
siendo una mujer moderna con un trabajo independiente, le cuide como lo hubiera
hecho una antigua ama de casa.
7. En los setenta, los chicos, tan pronto como
terminaban sus estudios, se iban a vivir solos. Ahora, si no se casan, se
quedan en casa aunque se comportan como si vivieran solos. A esto ha
contribuido no sólo el alto precio de las viviendas sino también las ventajas
de los cuidados de la madre y el hecho de que el padre español, por perder, ha
perdido incluso el mando a distancia de la televisión.
Luis
Carandell. Lo que nos trajo la década. EL PAÍS, 25 de octubre de 1992.
(texto adaptado)
1. ¿A qué dos fenómenos se refiere el primer párrafo?
2. ¿Qué aspectos positivos y negativos ha tenido la
década?
3. ¿A qué se
refiere el autor con 'Y tenemos la sensación de que el nombre de cada uno está
apuntado en infinitas listas'?
4. ¿Qué es 'lucir un bronceado'?
5. ¿Qué es la comida tradicional española?
6. ¿Cómo han cambiado las relaciones personales y
familiares?
7. ¿Cuál es la intención comunicativa del autor? ¿Qué
opina sobre los diferentes aspectos de los cambios de la década de los ochenta?
¿Cómo
se puede interpretar el significado de la imagen en relación con la polisemia
de la lengua?
Compruébese el efecto de
los vacíos léxicos en la comprensión lectora:
TEXTO 1
La …………1……. es un trastorno en el reconocimiento de rostros o caras conocidas.
La persona que lo padece puede reconocer las diferentes partes de la cara, pero
no puede identificar de quien se trata. En la ……..2……….. la persona no puede
reconocer los rostros de sus familiares ni su entorno cercano. Se trata de una
lesión en el cerebro que genera dicho trastorno y afecta a un porcentaje mínimo
de la población. A continuación, te presentaremos, cómo tratar la ………3……..
Instrucciones
1
Consulta con un médico
especialista. Es fundamental concurrir con un profesional de la salud que
establezca un diagnóstico adecuado, con el fin de descartarotras patologías
asociadas.
2 Estrategias auditivas. Poder distinguir la
voz de las personas conocidas para poder identificarlas, resulta una de las
primeras medidas a desarrollar.
3 Características clave.
Tiene que ver con la capacidad de distinguir rasgos característicos de las
personas, como por ejemplo, el bigote, una cicatriz, etc.
4 Estrategias
compensatorias. Las personas que padecen la ……4….. tienden a desarrollar todo
tipo de estrategias compensatorias para vivir con esta dificultad. Es así, que
se elaboran estrategias mentales y desarrollan al máximo la capacidad de
reconocimiento a través de aquellos sentidos que no sean los visuales.
TEXTO 2
La ……………. de las
autoridades y funcionarios públicos se regula en el
Código Penal de 1995, en el Capítulo I del Título XIX del Libro II,
concretamente en los arts. 404
a 406.
C.P.
El Título XIX, que lleva por rúbrica «Delitos contra la administración pública», integra aquellos
tipos penales en los que el bien jurídico protegido es el correcto
funcionamiento de la administración pública. Además de la
identidad del bien jurídico protegido, los nueve capítulos en los que se divide
el Título XIX (en función de las distintas formas de ataque al bien jurídico)
se caracterizan por las siguientes notas, comunes a todos ellos: 1. Aplicación
del concepto penal de autoridad y funcionario público, recogido en el art. 24 C.P. 2. No será de
aplicación, por ministerio del art. 67 C.P. (inherencia), la agravante 7.ª del art. 22 C.P., de «prevalerse del carácter
público que tenga el culpable». 3. Compatibilidad de las penas previstas en este Título con las
sanciones disciplinarias que pudiera imponer la Administración, sin vulnerar por ello el
principio non bis in idem (S.T.C. 2/81 de 30 de enero).
TEXTO 3
Maneras de Vivir
Elogio
del individualismo
Rosa Montero 16/12/2007
Los tópicos son
palabras muertas y pensamientos dormidos. Son trivialidades coreadas
mecánicamente hasta la saciedad. A veces son ………1, y a veces, falsedades que la
gente repite como si fueran verdad. Hay tópicos muy ……….2…….. que me ponen
especialmente nerviosa. Como, por ejemplo, ese lugar común que asegura que hoy
se lee menos que antes, cosa que, por fortuna, no es cierta: la lectura siempre
fue una actividad minoritaria, y hoy esa minoría, los datos lo demuestran, es
mayor que nunca en todo el mundo.
Otro tópico equívoco
es la mala fama que tiene el individualismo. Cuando hablamos del individualismo
de la sociedad moderna utilizamos siempre la palabra como un …..3……… de todo lo
negativo, como sinónimo de la destrucción del tejido afectivo y de la
solidaridad social. Se han escrito extensos trabajos sobre el tema, ………..4………
el individualismo como base esencial del capitalismo más caníbal. A veces, en
la furia de algunos de estos ataques me parece oír cierto eco de mis años
adolescentes, en la época confusa y siniestra del franquismo, cuando el hecho
de que te gustara la ópera, o ponerte perfume, o cualquier nadería semejante,
podía hacer caer rápidamente sobre ti el …5………. de ser una pequeñoburguesa, una
individualista sin suficiente conciencia ante las urgentes, heroicas,
trascendentales demandas de la sagrada masa proletaria.
El caso es que la
sociedad occidental ha ido siendo más y más individualista con el paso de los
siglos; y, si estudiamos el pasado, se ve claramente que todas las conquistas
de justicia social han sido impulsadas por el individualismo. Es la conciencia
individual, al reaparecer en el siglo XII tras los años oscuros, la que impulsa
la creación de organizaciones protodemocráticas, y las leyes contra el abuso de
los nobles, y la orgullosa ambición de ser feliz frente al oscuro despotismo de
los dioses. El individualismo es el motor de la Revolución Francesa,
y del sufragio universal, y del concepto mismo de derechos humanos. Y del
respeto a las minorías y a la diferencia. Por el contrario, las mayores
tropelías sociales de la
Historia han sido cometidas por regímenes que negaban la
individualidad. Por tiranos que contemplaban a sus súbditos como meros
esclavos, o por regímenes totalitarios que consideraban al individuo como algo
sospechoso.
Y así, paradójicamente,
resulta que aquellos sistemas de pensamiento que enaltecen al pueblo y que
dicen defender por encima de todo a la colectividad, acaban siendo verdaderos
mataderos colectivos y creando sociedades mucho más injustas que aquellas en
las que impera el individualismo. Como sucedió con la pesadilla del nazismo,
con las decenas de millones de víctimas de los soviéticos, con los jemeres
rojos asesinando a la tercera parte de la población de su país. A mí lo que me
da verdadero miedo no es el individualismo, sino esas grandes Ideas intocables
que dicen hablar por el bien de todos y con las que se enardecen las masas
ciegamente. Como decía Bioy Casares, “las ideas nacen inocentes y se vuelven
feroces”. Creo que la conciencia individual es una buena herramienta para
evitar los abusos; y que es desde el individualismo desde donde se puede uno
preocupar por los demás. De hecho, a lo largo de la Historia ha sido siempre
así.
Claro que las
sociedades individualistas nos asustan, porque, como contrapartida, uno cada
vez está más solo ante la muerte. Y ante la vida. Y eso exige madurez y valor.
Pero incluso ese aspecto también es relativo, porque nos vamos acostumbrando.
Ya he contado alguna vez ese pasaje de la famosa biografía de Samuel Johnson
hecha por Boswell. Johnson fue uno de los intelectuales más importantes del
siglo XVIII inglés. Un hombre cultísimo, lúcido, moderno para su época. Pues
bien, en el libro, Johnson y Boswell se lamentan amargamente de la aparición en
Londres, en torno a 1770, de los primeros restaurantes con mesas individuales;
hasta entonces se comía en grandes mesas corridas. A Johnson esa novedad le
parece atroz, el síntoma de una disgregación social fatal, de un individualismo
infame que acabará con la convivencia. Hoy, sin embargo, creemos que comer con
intimidad con los amigos mejora la convivencia, y lo que nos parecería bárbaro
y fatal es tener que compartir la mesa con quince extraños; y aún nos
horrorizaría más ir a un hotel y dormir en la misma cama con dos desconocidos,
como era lo habitual en las posadas del promiscuo Medievo. Ya ven hasta qué
punto el desarrollo de nuestra civilización va emparejado con el
individualismo.
Maneras de Vivir
Elogio
del individualismo
Rosa Montero 16/12/2007
Los tópicos son
palabras muertas y pensamientos dormidos. Son trivialidades coreadas
mecánicamente hasta la saciedad. A veces son perogrulladas, y a veces,
falsedades que la gente repite como si fueran verdad. Hay tópicos muy
persistentes que me ponen especialmente nerviosa. Como, por ejemplo, ese lugar
común que asegura que hoy se lee menos que antes, cosa que, por fortuna, no es
cierta: la lectura siempre fue una actividad minoritaria, y hoy esa minoría,
los datos lo demuestran, es mayor que nunca en todo el mundo.
Otro tópico
equívoco es la mala fama que tiene el individualismo. Cuando hablamos del
individualismo de la sociedad moderna utilizamos siempre la palabra como un
compendio de todo lo negativo, como sinónimo de la destrucción del tejido
afectivo y de la solidaridad social. Se han escrito extensos trabajos sobre el
tema, anatemizando el individualismo como base esencial del capitalismo más
caníbal. A veces, en la furia de algunos de estos ataques me parece oír cierto
eco de mis años adolescentes, en la época confusa y siniestra del franquismo,
cuando el hecho de que te gustara la ópera, o ponerte perfume, o cualquier
nadería semejante, podía hacer caer rápidamente sobre ti el sambenito de ser
una pequeñoburguesa, una individualista sin suficiente conciencia ante las
urgentes, heroicas, trascendentales demandas de la sagrada masa proletaria.
El caso es que la
sociedad occidental ha ido siendo más y más individualista con el paso de los
siglos; y, si estudiamos el pasado, se ve claramente que todas las conquistas
de justicia social han sido impulsadas por el individualismo. Es la conciencia
individual, al reaparecer en el siglo XII tras los años oscuros, la que impulsa
la creación de organizaciones protodemocráticas, y las leyes contra el abuso de
los nobles, y la orgullosa ambición de ser feliz frente al oscuro despotismo de
los dioses. El individualismo es el motor de la Revolución Francesa, y del
sufragio universal, y del concepto mismo de derechos humanos. Y del respeto a
las minorías y a la diferencia. Por el contrario, las mayores tropelías
sociales de la Historia han sido cometidas por regímenes que negaban la
individualidad. Por tiranos que contemplaban a sus súbditos como meros
esclavos, o por regímenes totalitarios que consideraban al individuo como algo
sospechoso.
Y así, paradójicamente,
resulta que aquellos sistemas de pensamiento que enaltecen al pueblo y que
dicen defender por encima de todo a la colectividad, acaban siendo verdaderos
mataderos colectivos y creando sociedades mucho más injustas que aquellas en
las que impera el individualismo. Como sucedió con la pesadilla del nazismo,
con las decenas de millones de víctimas de los soviéticos, con los jemeres
rojos asesinando a la tercera parte de la población de su país. A mí lo que me
da verdadero miedo no es el individualismo, sino esas grandes Ideas intocables
que dicen hablar por el bien de todos y con las que se enardecen las masas
ciegamente. Como decía Bioy Casares, “las ideas nacen inocentes y se vuelven
feroces”. Creo que la conciencia individual es una buena herramienta para
evitar los abusos; y que es desde el individualismo desde donde se puede uno
preocupar por los demás. De hecho, a lo largo de la Historia ha sido siempre
así.
Claro que las
sociedades individualistas nos asustan, porque, como contrapartida, uno cada
vez está más solo ante la muerte. Y ante la vida. Y eso exige madurez y valor.
Pero incluso ese aspecto también es relativo, porque nos vamos acostumbrando.
Ya he contado alguna vez ese pasaje de la famosa biografía de Samuel Johnson
hecha por Boswell. Johnson fue uno de los intelectuales más importantes del
siglo XVIII inglés. Un hombre cultísimo, lúcido, moderno para su época. Pues
bien, en el libro, Johnson y Boswell se lamentan amargamente de la aparición en
Londres, en torno a 1770, de los primeros restaurantes con mesas individuales;
hasta entonces se comía en grandes mesas corridas. A Johnson esa novedad le
parece atroz, el síntoma de una disgregación social fatal, de un individualismo
infame que acabará con la convivencia. Hoy, sin embargo, creemos que comer con
intimidad con los amigos mejora la convivencia, y lo que nos parecería bárbaro
y fatal es tener que compartir la mesa con quince extraños; y aún nos
horrorizaría más ir a un hotel y dormir en la misma cama con dos desconocidos,
como era lo habitual en las posadas del promiscuo Medievo. Ya ven hasta qué
punto el desarrollo de nuestra civilización va emparejado con el
individualismo.
EJEMPLO DE COMPRENSIÓN LECTORA CON SELECCIÓN MÚLTIPLE
No
esperen por las mujeras
Con
motivo de mi reciente toma de posesión de una plaza en la Real Academia
Española –lo de toma de posesión suena un poco bélico, pero es así como se
llama la cosa–, algunos periodistas me han preguntado por el Diccionario, por
el estado de nuestra lengua en España, por la marabunta de anglicismos
innecesarios que padecemos, por la responsabilidad de los medios de
comunicación en el deterioro general y demás. Como quiera que aún no he
asistido a ninguna sesión de la casi trisecular institución que ha tenido a
bien acogerme, y por tanto ignoro su funcionamiento, puede que esté equivocado
en las observaciones que haré a continuación, pero así es como yo veo hoy estas
cuestiones sobre las que se me ha inquirido en estos días:
a) Buena parte de la sociedad
española está muy confundida respecto a las atribuciones y competencias de la RAE. Ésta no impone nada,
sobre todo porque no está capacitada para hacerlo y porque además a la lengua
no se le ponen rejas ni barreras nunca. La gente habla y escribe como quiere
–faltaría más–, lo cual no obsta, sin embargo, para que otros opinen que tal o
cual persona habla como un perro o escribe con los pies. Por un lado, la RAE recoge, registra y refleja
lo que los hablantes sancionan mayoritariamente; y, por otro, aconseja,
sugiere, orienta e intenta poner cierto orden para que sigan existiendo unas
convenciones mínimas –un pacto entre los hablantes– que nos permitan
entendernos. Eso es (más o menos) todo.
b) Por eso es absurdo, además
de dictatorial, que diferentes grupos –sean feministas, regionales o étnicos–
pretendan, o incluso exijan, que la
RAE incorpore tal o cual palabra de su gusto, suprima del
Diccionario aquella otra de su desagrado, o “consagre” el uso de cualquier
disparate o burrada que les sean gratos a dichos grupos. La Academia no puede borrar
el vocablo “judiada”, por ejemplo, por mucho que su origen nos resulte
antipático o condenable. Se puede intentar desterrarlo del uso actual, podemos
procurar evitarlo por sus connotaciones evidentes, pero no somos nadie, ni
siquiera la RAE,
para quitarle a nuestra lengua un término que, nos guste o no, ha existido y es
historia y se encuentra en textos clásicos. Suprimirlo sin más supondría, entre
otras cosas, hacerles una faena a los traductores del español a otros idiomas.
Imaginen que los diccionarios de inglés, por melindre y diplomacia estúpida,
hubieran borrado “Spanish pox”: no habríamos tenido manera de saber que la
adecuada traducción de eso es “sífilis”, o, si se prefiere, “mal francés”
(todas las lenguas echan la culpa de las lacras a los extranjeros).
c) Los anglicismos superfluos
son hoy una verdadera amenaza para cualquier idioma. No así los necesarios. Si
el español carece de equivalente o palabra para algo existente en otra lengua,
o sencillamente nuevo, no sólo no hay inconveniente en adoptar –y quizá
adaptar– el término, sino que es lo recomendable. Un buen ejemplo es el verbo
“zapear”, que todos utilizamos ya con absoluta naturalidad, pero que proviene
directísimamente del neologismo inglés “to zap”. Lo que echa a perder una
lengua es, en cambio, que los españoles –como ya he oído más de una vez–
empiecen a decir “vamos a esperar por ellos”, en un ridículo calco de “to wait
for them”, que es la forma inglesa de decir “esperarlos”. O que se suelten
“implementar”, “esponsorizar” o “monitorear”, que son producto a medias de la
pomposidad y la ignorancia. O construcciones como “Anoche, en la calle Bailén,
fue disparado un hombre”, calco grotesco de “a man was shot” y que propiamente
significa que a un hombre se lo metió en un cañón –esperemos que de circo– y se
lo disparó desde él como si fuera una bala.
d) Pero no se trata sólo de los
anglicismos. En textos recientes (traducidos o escritos originalmente en
castellano) he leído cosas como “izó los ojos” (como si fueran banderas), o “se
le llenó la cara de sonrisas” (como si a la persona en cuestión le hubieran
brotado unas cuantas en la frente, la nariz, el mentón y las mejillas). Hace
unas semanas oí decir a una ministra que “asumía” su cargo “en primera
persona”, uniéndose así al latiguillo periodístico, cada vez más extendido,
según el cual la gente vive una experiencia, un susto o lo que sea “en primera
persona”, como si fuera posible hacerlo en segunda o en tercera. La expresión
“en primera persona” sólo cabe para relatar, por ejemplo una novela. Las cosas
se viven a secas, o a lo sumo “personalmente” o “en persona”. Lo de “en
primera” está de sobra, y además es una horterada sin paliativos.
e) No insistiré hoy sobre las
pretensiones de acabar con el “lenguaje sexista”. La antigua acepción de “mujer
pública” no puede suprimirse del Diccionario por lo mismo que no se puede
borrar “judiada”. Ni la palabra “coñazo”, compensada, de hecho, por la
expresión “de coña”, ya que ambas comparten etimología, para mal en un caso y
para bien en el otro. En cuanto a “cancillera”, “bedela”, “ujiera” y otras aes
innecesarias, ya que la terminación en “-er” o en “-el” rara vez indica género
masculino ni femenino, a este paso se acabará exigiendo que no se diga “mujer”,
sino “mujera”. Ustedes verán, señoras. Y señores.
JAVIER MARÍAS. El
PAÍS. 11/05/2008
Comprensión lectora. Elija una de las tres opciones (a, b
ó c). La pregunta 0 es un ejemplo:
APELLIDOS Y NOMBRE
_______________________________________-
0. Sobre las competencias de la
Real Academia:
|
a. Muchos españoles tienen una
idea equivocada.
b. Muchos preguntan porque hay
mucha confusión.
c. Muchos han sido confundidos por la Real Academia.
|
A
|
1. ¿Qué hace la Real Academia
Española?
|
a. La RAE propone porque los
hablantes hacen caso.
b. La RAE propone, pero los
hablantes no hacen caso.
c. La RAE recoge los usos más
extendidos entre los hablantes.
|
|
2. Al autor le parece que la
supresión de las palabras desagradables o negativas:
|
a. Es una pretensión
autoritaria y carente de lógica.
b. Sólo interesa a grupos
feministas, étnicos o regionales.
c. La han pretendido las
dictaduras absurdas
|
|
3. ¿Por qué no se puede suprimir
un término del diccionario, según Javier Marías?
|
a.
Porque los traductores no están de acuerdo.
b.
Porque nadie tiene autoridad para ello.
c. Porque nadie conoce su historia.
|
|
4.
¿Qué le parece absurdo al autor sobre los anglicismos?
|
a. Que se copien construcciones del
inglés que no existen en español.
b. Que se traduzcan expresiones
inglesas.
c. Que se quiera presumir usando el
inglés.
|
|
5. Respecto del lenguaje
sexista, el autor:
|
a. Considera ridículos ciertos
cambios de género.
b. No quiere hablar de ese tema.
c. Son las señoras y los señores
los que deben opinar.
|
|
ΕJEMPLO DE COMPRENSIÓN LECTORA
CON VACÍOS DE INFORMACIÓN (CLOZE)
Los tópicos sobre España
Cabría preguntarse, en primer
______[0]______, si existe lo español
en un país chiquito pero que posee cuatro lenguas y tal diversidad de
tradiciones culturales. Además, cuando hablamos de lo español nos solemos estar
refiriendo a una imagen acuñada a fuego lento a lo largo de los siglos. A esa
sociedad que el escritor Larra reflejaba en sus artículos, por ejemplo, cuando
hablaba de España como un país ineficaz y ______[11]______ por el amiguismo, de
una burocracia delirante que, en vez de gestionar, sólo ______[12]______
trabas, del recelo y la envidia al que destaca, del aislacionismo y del miedo a
la modernidad y a lo extranjero, del individualismo bárbaro y la
______[13]______ de sentido cívico. Larra escribió esto hace 150 años, y muchos
de sus ______[14]______ parecen reflejar aún hoy, punto por punto, la realidad
del país.
Y ______[15]______, también es
cierto que la España
de principios del siglo XXI no tiene nada que ver, no ya con la de Larra, sino
con la de ______[16]______ tan sólo unas cuantas décadas. Y es que en los
últimos 20 ó 30 años este país ha cambiado probablemente más que en los dos
últimos siglos. En 1950, casi la mitad de la ______[17]______ activa (48%) se
dedicaba a la agricultura, mientras que en la actualidad la mayoría del país
vive en ciudades (84%). Se acabó, ______[18]______, la España ______[19]______ de
mujerucas vestidas de negro y hombres viejos provistos de boina.
Pero hay otros
________[20]_______ en nuestra sociedad que ______[21]______ al cambio: ya que
estamos dando ______[22]______, habrá que decir que en España hay 133.000
bares, una ______[23]______ mayor que la de todos los bares juntos de los otros
miembros de la Unión
Europea. Aunque parezca un ______[24]______, no lo es. Detrás
de ese copeo está una ______[25]______ de vida y una elección social. Resulta
que los españoles somos, ______[26]______ los suecos, los europeos que más
tiempo dedicamos a las relaciones sociales y a estar con los amigos: dos horas
y media al día, nada menos. Cuando tenemos tiempo libre, lo _______[27]______,
sobre todo, en ir a los bares con los amigos. ¿Qué haremos cuando disfrutemos
de más horas de ______[28]______? Los españoles vemos mucho la televisión y
centramos básicamente nuestra ______[29]______ en la familia. Por eso
mantenemos el interior de nuestras casas limpio como los chorros del oro, pero
tiramos sofás viejos, plásticos y todo tipo de basuras a las aceras; y por eso
______[30]______ los bancos públicos de los parques, que total sólo son
públicos, o sea, de nadie.
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