lunes, 28 de abril de 2014

EJERCICIOS DE (MICRO)COMPRENSIÓN LECTORA

EJERCICIOS DE (MICRO)COMPRENSIÓN LECTORA

1. Lea la siguiente expresión:
“Hay amigos, colegas, conocidos, rivales, adversarios, enemigos y compañeros de partido”.

- ¿Qué significa en este contexto “compañeros de partido”?
- ¿Por qué rasgos o pistas del texto lo sabemos?

2a. Lea las siguientes oraciones:

a) Se cayó desde un séptimo piso y no le pasó nada.
b) Quedó con ella a tomar una copa en su apartamento pero no pasó nada.
c) El día en que naciste no pasó nada.
d) En comisaría ayer fue un día tranquilo: no pasó nada.

- Coméntense las diferencias interpretativas de las frases dadas y señálense cuáles son las causas de las disparidades semánticas de la expresión “no pasó nada” en los distintos contextos en los que aparece.

2b. Haga la misma operación con la siguiente oración: “No me digas eso, porque podría ser tu padre”.

3. Explíquese la relación entre la estructura sintáctica y la interpretación de las siguientes expresiones:

a)      38 días retenidos por piratas.
b)      38 días retenidos por los piratas.

a) Se ha incrementado en 35 euros el precio de la entrada.
      b) Se ha incrementado a 35 euros el precio de la entrada.

a)      Está harto de tanto pelear.
b)      Está harto de pelear.

a)      Me gustas cuando callas.
b)      Me gustas cuando te callas.

a)      Los piratas borrachos y drogados.
b)      Los piratas, borrachos y drogados.


El significado de las expresiones complejas
Establézcase la diferencia de significado entre estas oraciones:

4. Generalizaciones

Los españoles duermen la siesta
Todos los españoles duermen la siesta
Algún español duerme la siesta
En España se duerme la siesta
La costumbre de la siesta está extendida en España
La costumbre de la siesta está muy extendida en España
El español medio duerme la siesta
Solo los españoles duermen la siesta
Todos los españoles duermen la siesta y son los únicos que lo hacen
En España todavía hay quien duerme la siesta
Es muy típico que el español duerma la siesta
A veces los españoles duermen la siesta
Los españoles son los que más duermen la siesta

Las personas que están casadas son más felices.
Sólo las personas casadas son felices
Hay personas que son más felices porque están casadas.
Las personas más felices están casadas
Para ser feliz hay que estar casado
Estar casado es un factor estadístico que favorece la felicidad
La felicidad depende con mucha frecuencia de que las personas estén casadas.
Hay una cierta relación entre felicidad y estar casado
Hay una correlación absoluta entre estar casado y ser feliz
Hay algún casado que no es feliz
Es improbable que un soltero sea feliz
Es más probable que seas feliz si estás casado
Es menos probable que seas feliz si estás soltero

5. Restricciones y precisiones

Los tumores que no son malignos no suelen plantear problemas
Los tumores malignos se curan mejor si se detectan a tiempo
Los tumores malignos asintomáticos son más peligrosos

6. Implicaciones de significado gramatical

a. Quiero solo un poco de azúcar
b. El dulce tiene poco azúcar

a. Él lo sabe todo
b. Él sabe de todo

a. Él no sabía que su mujer tuvo el tercer hijo con otro hombre.
b. Él no supo que su mujer tuvo el tercer hijo con otro hombre.

a. Él no sabe tanto.
b. Él no sabe mucho

  1. Siento que todo el mundo me odia.
  2. Siento que todo el mundo me odie.


7. Deducciones difíciles

El ministro entiende que los estudiantes están haciendo una huelga política

Siete churros y medio a euro y medio el churro y medio

 



APLICACIONES PRÁCTICAS DE LA COMPRENSIÓN LECTORA

APLICACIONES PRÁCTICAS

El maestro de escuela y aquel niño   MANUEL VICENT 15 JUL 2012

Escribe las preguntas relevantes de una comprensión lectora de este texto

Albert Camus dedicó el discurso del Premio Nobel, en Estocolmo, a su maestro de escuela primaria, el señor Germain, y después de la ceremonia le escribió una carta muy emotiva para expresarle cuánto le debía de ese honor que acababa de recibir. “Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, no hubiera sucedido nada de esto… Sus esfuerzos, el corazón generoso que usted puso en ello, continuarán siempre vivos en uno de aquellos escolares, que pese a los años no ha dejado de ser su alumno agradecido”. Aquel maestro de primaria se había empeñado en que un alumno lleno de talento, que se llamaba Albert Camus, estudiara el bachillerato; lo había preparado a conciencia, había vencido la reticencia de aquella familia de toneleros que se negaba a darle estudios porque necesitaba que el chaval llevara dinero a casa; el maestro le acompañó en tranvía al examen de ingreso, esperó el resultado sentado en un banco en la plaza del instituto y luego se desvivió para que le concedieran una beca. Era un chico espabilado, hijo de una madre sordomuda, de un padre muerto en la batalla de Verdun en la I Guerra Mundial y que crecía en el barrio obrero de Bellcourt en Argel, entre árabes pobres y franceses subalternos, al cuidado de una abuela. El maestro señor Germain le contestó a la carta: “Creo conocer bien al simpático hombrecillo que eras. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. El éxito no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo el mismo Camus”.
En cualquier tiempo, en cualquier lugar, hubo un niño superdotado que se encontró con un buen maestro como el señor Germain. Por los ventanales de la escuela de un pueblo perdido salía la cantinela de la tabla de multiplicar, con la lluvia en los cristales, según los versos de Machado. Tal vez el niño llegaba a la escuela municipal en invierno atravesando el campo a pie bajo la nevada y en el aula con un dedo lleno de sabañones señalaba en el atlas abierto mares e islas, que a buen seguro nunca podría navegar. O tal vez jugaba en un descampado en las afueras de la ciudad con otros golfillos si más horizonte que el de ser un perdedor el resto de su vida. En cualquier tiempo, en cualquier lugar, hubo un maestro de escuela que un día puso la mano en el hombro de ese niño e hizo todo lo posible para que su talento no se desperdiciara. Convenció a los padres, pobres y analfabetos, de que su hijo debía estudiar y lo preparó personalmente para el ingreso en el instituto.
Hoy es un famoso arquitecto. Tiene 59 años. Ha levantado edificios en Brasil y en Singapur. En el álbum de fotos que contempla ahora junto con sus tres nietos aparece la imagen de un niño muy bien peinado con la raya partida, sonriente, con chaqueta y corbata al lado de un hombre mayor que le pone la mano en el hombro. Los nietos le preguntan quién es ese señor desconocido. Fue la foto que se hizo en el parque el día que aprobó el ingreso en el bachillerato. Todos los éxitos que ha tenido este arquitecto en la vida proceden de aquella mañana en que su destino tomó el sendero apropiado. En la escuela del pueblo quedaron otros compañeros que no pudieron estudiar y que hoy juegan al tute en el hogar del jubilado con gorra y jersey de pico. En el descampado del barrio marginal de la ciudad siguen hoy otros chavales jugando como perros sin collar a merced de la fortuna.
Era un día de junio. El niño se levantó temprano. Su madre le lavó la cara y el pelo con jabón en una palancana en el corral, le fregó la roña de las rodillas con un estropajo, le ayudó a vestirse con los pantalones cortos, la chaqueta, la camisa blanca y la corbata, todo nuevo, estrenado para el caso. El padre se despidió de su hijo sin palabras antes de ir al campo a trabajar de jornalero. El maestro acompañó a este niño en el tren hasta la ciudad. En el vestíbulo del instituto lo dejó en medio de la ruidosa algarabía de otros niños que eran vástagos de la burguesía ciudadana. El niño se sentó por primera vez en un pupitre y esperó las preguntas del examinador. Lengua, historia, geografía, matemáticas. A la salida del examen el maestro de escuela se lo llevó a tomar un bocadillo y un refresco a un aguaducho del parque. Allí posaron juntos para una foto del pajarito con palomas a los pies. El arquitecto repasa el álbum y recuerda a sus nietos que aquel día fue el más feliz de su vida. El maestro se llamaba don Manuel y ya hace mucho tiempo que ha muerto.



LA DÉCADA DE LOS OCHENTA

                1. Durante la década se han puesto de moda la segunda residencia, el coche para la esposa y después para el hijo, el viaje de vacaciones a Tailandia, el esquí en los Alpes franceses, el ordenador o el vídeo para el niño. Las ciudades están más contaminadas, más agobiadas de lo que estaban. Los pueblos han cambiado de aspecto. Muchos de los que en los cuarenta o los cincuenta emigraron del campo a la ciudad han arreglado la casa de sus padres para pasar en ella sus vacaciones o los fines de semana. En muchos de esos pueblos, incluso en los que fueron declarados "conjunto histórico-artístico", han crecido feas construcciones con tejados de uralita.
                2. Las reformas educativas, la construcción de autovías, la extensión de la Seguridad Social y de las pensiones de vejez, la despenalización de los supuestos del aborto, la animación cultural de pueblos y ciudades, son datos indicadores de un progreso hacia una sociedad más moderna y más justa. Los escándalos político-financieros, la corrupción, las bolsas de pobreza que aún existen, parecen ir en contra. Pasamos por un momento de desprestigio de la política, con la fácil generalización de "todos los políticos son iguales", en desprestigio de la democracia.
                3. Durante la década nos hemos mecanizado. Quien más quien menos tiene un fax y no es cosa rara llamar desde el coche o llevar teléfono portátil en el bolsillo. Se nos ha venido encima una avalancha de objetos que hace poco tiempo no necesitábamos para nada y que se han hecho imprescindibles. Estamos en la era del papel, buzones llenos de anuncios, cartas -personales- con ofertas absurdas con premios. Estamos en la era de las sonrisas de relaciones públicas. Y tenemos la sensación de que el nombre de cada uno está apuntado en infinitas listas.
                4. Antes, el "gran negocio" era salvar el alma. Ahora se mira por la salvación del cuerpo. Parece que en el gran espectáculo, todo sea deporte. Vivimos en una sociedad deportiva en que todo se toma deportivamente (menos el deporte, que engendra violencia). Ha llegado a ser obligatorio estar sano, hacer gimnasia, ir a la sauna, lucir un bronceado, dejar de fumar.
                5. En materia de gastronomía hemos pasado durante la década desde el deslumbramiento de la nouvelle cuisine y el abusivo encarecimiento de los restaurantes a redescubrir las virtudes dietéticas de los boquerones fritos en aceite de oliva. No sólo los altos precios, también el colesterol que se esconde detrás de los platos de nueva invención ha producido en los últimos tiempos cierto deseo de regreso a la cocina española. Aún quedan en nuestras ciudades tascas y casas de comida que siguen haciendo "los guisos de la abuela".
                6. En las relaciones personales vimos desaparecer durante estos diez años la esposa solícita, el novio formal, el marido serio y trabajador, aunque algo aburrido. Se acabó aquello de "las niñas a las nueve en casa". Ahora parece iniciarse una tendencia en sentido contrario. Señores mayores que se separaron de sus esposas han vuelto a casarse y buscan a una joven que, aún siendo una mujer moderna con un trabajo independiente, le cuide como lo hubiera hecho una antigua ama de casa.
                 7. En los setenta, los chicos, tan pronto como terminaban sus estudios, se iban a vivir solos. Ahora, si no se casan, se quedan en casa aunque se comportan como si vivieran solos. A esto ha contribuido no sólo el alto precio de las viviendas sino también las ventajas de los cuidados de la madre y el hecho de que el padre español, por perder, ha perdido incluso el mando a distancia de la televisión.

                               Luis Carandell. Lo que nos trajo la década. EL PAÍS, 25 de octubre de 1992. (texto adaptado)

1. ¿A qué dos fenómenos se refiere el primer párrafo?
2. ¿Qué aspectos positivos y negativos ha tenido la década?
3.  ¿A qué se refiere el autor con 'Y tenemos la sensación de que el nombre de cada uno está apuntado en infinitas listas'?
4. ¿Qué es 'lucir un bronceado'?
5. ¿Qué es la comida tradicional española?
6. ¿Cómo han cambiado las relaciones personales y familiares?
7. ¿Cuál es la intención comunicativa del autor? ¿Qué opina sobre los diferentes aspectos de los cambios de la década de los ochenta?





¿Cómo se puede interpretar el significado de la imagen en relación con la polisemia de la lengua?

Compruébese el efecto de los vacíos léxicos en la comprensión lectora:
TEXTO 1

La …………1……. es un trastorno en el reconocimiento de rostros o caras conocidas. La persona que lo padece puede reconocer las diferentes partes de la cara, pero no puede identificar de quien se trata. En la ……..2……….. la persona no puede reconocer los rostros de sus familiares ni su entorno cercano. Se trata de una lesión en el cerebro que genera dicho trastorno y afecta a un porcentaje mínimo de la población. A continuación, te presentaremos, cómo tratar la ………3……..
Instrucciones
1
Consulta con un médico especialista. Es fundamental concurrir con un profesional de la salud que establezca un diagnóstico adecuado, con el fin de descartarotras patologías asociadas.
 2 Estrategias auditivas. Poder distinguir la voz de las personas conocidas para poder identificarlas, resulta una de las primeras medidas a desarrollar.
3 Características clave. Tiene que ver con la capacidad de distinguir rasgos característicos de las personas, como por ejemplo, el bigote, una cicatriz, etc.
4 Estrategias compensatorias. Las personas que padecen la ……4….. tienden a desarrollar todo tipo de estrategias compensatorias para vivir con esta dificultad. Es así, que se elaboran estrategias mentales y desarrollan al máximo la capacidad de reconocimiento a través de aquellos sentidos que no sean los visuales.
TEXTO 2

La ……………. de las autoridades y funcionarios públicos se regula en el Código Penal de 1995, en el Capítulo I del Título XIX del Libro II, concretamente en los arts. 404 a 406. C.P.


El Título XIX, que lleva por rúbrica «Delitos contra la administración pública», integra aquellos tipos penales en los que el bien jurídico protegido es el correcto funcionamiento de la administración pública. Además de la identidad del bien jurídico protegido, los nueve capítulos en los que se divide el Título XIX (en función de las distintas formas de ataque al bien jurídico) se caracterizan por las siguientes notas, comunes a todos ellos: 1. Aplicación del concepto penal de autoridad y funcionario público, recogido en el art. 24 C.P. 2. No será de aplicación, por ministerio del art. 67 C.P. (inherencia), la agravante 7.ª del art. 22 C.P., de «prevalerse del carácter público que tenga el culpable». 3. Compatibilidad de las penas previstas en este Título con las sanciones disciplinarias que pudiera imponer la Administración, sin vulnerar por ello el principio non bis in idem (S.T.C. 2/81 de 30 de enero).
TEXTO 3

Maneras de Vivir
Elogio del individualismo
Rosa Montero 16/12/2007

Los tópicos son palabras muertas y pensamientos dormidos. Son trivialidades coreadas mecánicamente hasta la saciedad. A veces son ………1, y a veces, falsedades que la gente repite como si fueran verdad. Hay tópicos muy ……….2…….. que me ponen especialmente nerviosa. Como, por ejemplo, ese lugar común que asegura que hoy se lee menos que antes, cosa que, por fortuna, no es cierta: la lectura siempre fue una actividad minoritaria, y hoy esa minoría, los datos lo demuestran, es mayor que nunca en todo el mundo.
Otro tópico equívoco es la mala fama que tiene el individualismo. Cuando hablamos del individualismo de la sociedad moderna utilizamos siempre la palabra como un …..3……… de todo lo negativo, como sinónimo de la destrucción del tejido afectivo y de la solidaridad social. Se han escrito extensos trabajos sobre el tema, ………..4……… el individualismo como base esencial del capitalismo más caníbal. A veces, en la furia de algunos de estos ataques me parece oír cierto eco de mis años adolescentes, en la época confusa y siniestra del franquismo, cuando el hecho de que te gustara la ópera, o ponerte perfume, o cualquier nadería semejante, podía hacer caer rápidamente sobre ti el …5………. de ser una pequeñoburguesa, una individualista sin suficiente conciencia ante las urgentes, heroicas, trascendentales demandas de la sagrada masa proletaria.
El caso es que la sociedad occidental ha ido siendo más y más individualista con el paso de los siglos; y, si estudiamos el pasado, se ve claramente que todas las conquistas de justicia social han sido impulsadas por el individualismo. Es la conciencia individual, al reaparecer en el siglo XII tras los años oscuros, la que impulsa la creación de organizaciones protodemocráticas, y las leyes contra el abuso de los nobles, y la orgullosa ambición de ser feliz frente al oscuro despotismo de los dioses. El individualismo es el motor de la Revolución Francesa, y del sufragio universal, y del concepto mismo de derechos humanos. Y del respeto a las minorías y a la diferencia. Por el contrario, las mayores tropelías sociales de la Historia han sido cometidas por regímenes que negaban la individualidad. Por tiranos que contemplaban a sus súbditos como meros esclavos, o por regímenes totalitarios que consideraban al individuo como algo sospechoso.
Y así, paradójicamente, resulta que aquellos sistemas de pensamiento que enaltecen al pueblo y que dicen defender por encima de todo a la colectividad, acaban siendo verdaderos mataderos colectivos y creando sociedades mucho más injustas que aquellas en las que impera el individualismo. Como sucedió con la pesadilla del nazismo, con las decenas de millones de víctimas de los soviéticos, con los jemeres rojos asesinando a la tercera parte de la población de su país. A mí lo que me da verdadero miedo no es el individualismo, sino esas grandes Ideas intocables que dicen hablar por el bien de todos y con las que se enardecen las masas ciegamente. Como decía Bioy Casares, “las ideas nacen inocentes y se vuelven feroces”. Creo que la conciencia individual es una buena herramienta para evitar los abusos; y que es desde el individualismo desde donde se puede uno preocupar por los demás. De hecho, a lo largo de la Historia ha sido siempre así.
Claro que las sociedades individualistas nos asustan, porque, como contrapartida, uno cada vez está más solo ante la muerte. Y ante la vida. Y eso exige madurez y valor. Pero incluso ese aspecto también es relativo, porque nos vamos acostumbrando. Ya he contado alguna vez ese pasaje de la famosa biografía de Samuel Johnson hecha por Boswell. Johnson fue uno de los intelectuales más importantes del siglo XVIII inglés. Un hombre cultísimo, lúcido, moderno para su época. Pues bien, en el libro, Johnson y Boswell se lamentan amargamente de la aparición en Londres, en torno a 1770, de los primeros restaurantes con mesas individuales; hasta entonces se comía en grandes mesas corridas. A Johnson esa novedad le parece atroz, el síntoma de una disgregación social fatal, de un individualismo infame que acabará con la convivencia. Hoy, sin embargo, creemos que comer con intimidad con los amigos mejora la convivencia, y lo que nos parecería bárbaro y fatal es tener que compartir la mesa con quince extraños; y aún nos horrorizaría más ir a un hotel y dormir en la misma cama con dos desconocidos, como era lo habitual en las posadas del promiscuo Medievo. Ya ven hasta qué punto el desarrollo de nuestra civilización va emparejado con el individualismo.



Maneras de Vivir
Elogio del individualismo
Rosa Montero 16/12/2007

Los tópicos son palabras muertas y pensamientos dormidos. Son trivialidades coreadas mecánicamente hasta la saciedad. A veces son perogrulladas, y a veces, falsedades que la gente repite como si fueran verdad. Hay tópicos muy persistentes que me ponen especialmente nerviosa. Como, por ejemplo, ese lugar común que asegura que hoy se lee menos que antes, cosa que, por fortuna, no es cierta: la lectura siempre fue una actividad minoritaria, y hoy esa minoría, los datos lo demuestran, es mayor que nunca en todo el mundo.
Otro tópico equívoco es la mala fama que tiene el individualismo. Cuando hablamos del individualismo de la sociedad moderna utilizamos siempre la palabra como un compendio de todo lo negativo, como sinónimo de la destrucción del tejido afectivo y de la solidaridad social. Se han escrito extensos trabajos sobre el tema, anatemizando el individualismo como base esencial del capitalismo más caníbal. A veces, en la furia de algunos de estos ataques me parece oír cierto eco de mis años adolescentes, en la época confusa y siniestra del franquismo, cuando el hecho de que te gustara la ópera, o ponerte perfume, o cualquier nadería semejante, podía hacer caer rápidamente sobre ti el sambenito de ser una pequeñoburguesa, una individualista sin suficiente conciencia ante las urgentes, heroicas, trascendentales demandas de la sagrada masa proletaria.
El caso es que la sociedad occidental ha ido siendo más y más individualista con el paso de los siglos; y, si estudiamos el pasado, se ve claramente que todas las conquistas de justicia social han sido impulsadas por el individualismo. Es la conciencia individual, al reaparecer en el siglo XII tras los años oscuros, la que impulsa la creación de organizaciones protodemocráticas, y las leyes contra el abuso de los nobles, y la orgullosa ambición de ser feliz frente al oscuro despotismo de los dioses. El individualismo es el motor de la Revolución Francesa, y del sufragio universal, y del concepto mismo de derechos humanos. Y del respeto a las minorías y a la diferencia. Por el contrario, las mayores tropelías sociales de la Historia han sido cometidas por regímenes que negaban la individualidad. Por tiranos que contemplaban a sus súbditos como meros esclavos, o por regímenes totalitarios que consideraban al individuo como algo sospechoso.
Y así, paradójicamente, resulta que aquellos sistemas de pensamiento que enaltecen al pueblo y que dicen defender por encima de todo a la colectividad, acaban siendo verdaderos mataderos colectivos y creando sociedades mucho más injustas que aquellas en las que impera el individualismo. Como sucedió con la pesadilla del nazismo, con las decenas de millones de víctimas de los soviéticos, con los jemeres rojos asesinando a la tercera parte de la población de su país. A mí lo que me da verdadero miedo no es el individualismo, sino esas grandes Ideas intocables que dicen hablar por el bien de todos y con las que se enardecen las masas ciegamente. Como decía Bioy Casares, “las ideas nacen inocentes y se vuelven feroces”. Creo que la conciencia individual es una buena herramienta para evitar los abusos; y que es desde el individualismo desde donde se puede uno preocupar por los demás. De hecho, a lo largo de la Historia ha sido siempre así.
Claro que las sociedades individualistas nos asustan, porque, como contrapartida, uno cada vez está más solo ante la muerte. Y ante la vida. Y eso exige madurez y valor. Pero incluso ese aspecto también es relativo, porque nos vamos acostumbrando. Ya he contado alguna vez ese pasaje de la famosa biografía de Samuel Johnson hecha por Boswell. Johnson fue uno de los intelectuales más importantes del siglo XVIII inglés. Un hombre cultísimo, lúcido, moderno para su época. Pues bien, en el libro, Johnson y Boswell se lamentan amargamente de la aparición en Londres, en torno a 1770, de los primeros restaurantes con mesas individuales; hasta entonces se comía en grandes mesas corridas. A Johnson esa novedad le parece atroz, el síntoma de una disgregación social fatal, de un individualismo infame que acabará con la convivencia. Hoy, sin embargo, creemos que comer con intimidad con los amigos mejora la convivencia, y lo que nos parecería bárbaro y fatal es tener que compartir la mesa con quince extraños; y aún nos horrorizaría más ir a un hotel y dormir en la misma cama con dos desconocidos, como era lo habitual en las posadas del promiscuo Medievo. Ya ven hasta qué punto el desarrollo de nuestra civilización va emparejado con el individualismo.


EJEMPLO DE COMPRENSIÓN LECTORA CON SELECCIÓN MÚLTIPLE

No esperen por las mujeras
Con motivo de mi reciente toma de posesión de una plaza en la Real Academia Española –lo de toma de posesión suena un poco bélico, pero es así como se llama la cosa–, algunos periodistas me han preguntado por el Diccionario, por el estado de nuestra lengua en España, por la marabunta de anglicismos innecesarios que padecemos, por la responsabilidad de los medios de comunicación en el deterioro general y demás. Como quiera que aún no he asistido a ninguna sesión de la casi trisecular institución que ha tenido a bien acogerme, y por tanto ignoro su funcionamiento, puede que esté equivocado en las observaciones que haré a continuación, pero así es como yo veo hoy estas cuestiones sobre las que se me ha inquirido en estos días:
a) Buena parte de la sociedad española está muy confundida respecto a las atribuciones y competencias de la RAE. Ésta no impone nada, sobre todo porque no está capacitada para hacerlo y porque además a la lengua no se le ponen rejas ni barreras nunca. La gente habla y escribe como quiere –faltaría más–, lo cual no obsta, sin embargo, para que otros opinen que tal o cual persona habla como un perro o escribe con los pies. Por un lado, la RAE recoge, registra y refleja lo que los hablantes sancionan mayoritariamente; y, por otro, aconseja, sugiere, orienta e intenta poner cierto orden para que sigan existiendo unas convenciones mínimas –un pacto entre los hablantes– que nos permitan entendernos. Eso es (más o menos) todo.
b) Por eso es absurdo, además de dictatorial, que diferentes grupos –sean feministas, regionales o étnicos– pretendan, o incluso exijan, que la RAE incorpore tal o cual palabra de su gusto, suprima del Diccionario aquella otra de su desagrado, o “consagre” el uso de cualquier disparate o burrada que les sean gratos a dichos grupos. La Academia no puede borrar el vocablo “judiada”, por ejemplo, por mucho que su origen nos resulte antipático o condenable. Se puede intentar desterrarlo del uso actual, podemos procurar evitarlo por sus connotaciones evidentes, pero no somos nadie, ni siquiera la RAE, para quitarle a nuestra lengua un término que, nos guste o no, ha existido y es historia y se encuentra en textos clásicos. Suprimirlo sin más supondría, entre otras cosas, hacerles una faena a los traductores del español a otros idiomas. Imaginen que los diccionarios de inglés, por melindre y diplomacia estúpida, hubieran borrado “Spanish pox”: no habríamos tenido manera de saber que la adecuada traducción de eso es “sífilis”, o, si se prefiere, “mal francés” (todas las lenguas echan la culpa de las lacras a los extranjeros).
c) Los anglicismos superfluos son hoy una verdadera amenaza para cualquier idioma. No así los necesarios. Si el español carece de equivalente o palabra para algo existente en otra lengua, o sencillamente nuevo, no sólo no hay inconveniente en adoptar –y quizá adaptar– el término, sino que es lo recomendable. Un buen ejemplo es el verbo “zapear”, que todos utilizamos ya con absoluta naturalidad, pero que proviene directísimamente del neologismo inglés “to zap”. Lo que echa a perder una lengua es, en cambio, que los españoles –como ya he oído más de una vez– empiecen a decir “vamos a esperar por ellos”, en un ridículo calco de “to wait for them”, que es la forma inglesa de decir “esperarlos”. O que se suelten “implementar”, “esponsorizar” o “monitorear”, que son producto a medias de la pomposidad y la ignorancia. O construcciones como “Anoche, en la calle Bailén, fue disparado un hombre”, calco grotesco de “a man was shot” y que propiamente significa que a un hombre se lo metió en un cañón –esperemos que de circo– y se lo disparó desde él como si fuera una bala.
d) Pero no se trata sólo de los anglicismos. En textos recientes (traducidos o escritos originalmente en castellano) he leído cosas como “izó los ojos” (como si fueran banderas), o “se le llenó la cara de sonrisas” (como si a la persona en cuestión le hubieran brotado unas cuantas en la frente, la nariz, el mentón y las mejillas). Hace unas semanas oí decir a una ministra que “asumía” su cargo “en primera persona”, uniéndose así al latiguillo periodístico, cada vez más extendido, según el cual la gente vive una experiencia, un susto o lo que sea “en primera persona”, como si fuera posible hacerlo en segunda o en tercera. La expresión “en primera persona” sólo cabe para relatar, por ejemplo una novela. Las cosas se viven a secas, o a lo sumo “personalmente” o “en persona”. Lo de “en primera” está de sobra, y además es una horterada sin paliativos.
e) No insistiré hoy sobre las pretensiones de acabar con el “lenguaje sexista”. La antigua acepción de “mujer pública” no puede suprimirse del Diccionario por lo mismo que no se puede borrar “judiada”. Ni la palabra “coñazo”, compensada, de hecho, por la expresión “de coña”, ya que ambas comparten etimología, para mal en un caso y para bien en el otro. En cuanto a “cancillera”, “bedela”, “ujiera” y otras aes innecesarias, ya que la terminación en “-er” o en “-el” rara vez indica género masculino ni femenino, a este paso se acabará exigiendo que no se diga “mujer”, sino “mujera”. Ustedes verán, señoras. Y señores.
JAVIER MARÍAS. El PAÍS. 11/05/2008           



Comprensión lectora. Elija una de las tres opciones (a, b ó c). La pregunta 0 es un ejemplo:

APELLIDOS Y NOMBRE _______________________________________-
           
0. Sobre las competencias de la Real Academia:
a. Muchos españoles tienen una idea equivocada.
b. Muchos preguntan porque hay mucha confusión.
c. Muchos han sido confundidos por la Real Academia.

      A
1. ¿Qué hace la Real Academia Española?
a. La RAE propone porque los hablantes hacen caso.
b. La RAE propone, pero los hablantes no hacen caso.
c. La RAE recoge los usos más extendidos entre los hablantes.

2. Al autor le parece que la supresión de las palabras desagradables o negativas:
a. Es una pretensión autoritaria y carente de lógica.
b. Sólo interesa a grupos feministas, étnicos o regionales.
c. La han pretendido las dictaduras absurdas

3. ¿Por qué no se puede suprimir un término del diccionario, según Javier Marías?
a.     Porque los traductores no están de  acuerdo.
b.    Porque nadie tiene autoridad para ello.
c.   Porque nadie conoce su historia.


4. ¿Qué le parece absurdo al autor sobre los anglicismos?
a.     Que se copien construcciones del inglés que no existen en español.
b.    Que se traduzcan expresiones inglesas.
c.     Que se quiera presumir usando el inglés.


5. Respecto del lenguaje sexista, el autor:
a.     Considera ridículos ciertos cambios de género.
b.    No quiere hablar de ese tema.
c.     Son las señoras y los señores los que deben opinar.






ΕJEMPLO DE COMPRENSIÓN LECTORA CON VACÍOS DE INFORMACIÓN (CLOZE)

Los tópicos sobre España

Cabría preguntarse, en primer ______[0]______, si existe lo español en un país chiquito pero que posee cuatro lenguas y tal diversidad de tradiciones culturales. Además, cuando hablamos de lo español nos solemos estar refiriendo a una imagen acuñada a fuego lento a lo largo de los siglos. A esa sociedad que el escritor Larra reflejaba en sus artículos, por ejemplo, cuando hablaba de España como un país ineficaz y ______[11]______ por el amiguismo, de una burocracia delirante que, en vez de gestionar, sólo ______[12]______ trabas, del recelo y la envidia al que destaca, del aislacionismo y del miedo a la modernidad y a lo extranjero, del individualismo bárbaro y la ______[13]______ de sentido cívico. Larra escribió esto hace 150 años, y muchos de sus ______[14]______ parecen reflejar aún hoy, punto por punto, la realidad del país.
Y ______[15]______, también es cierto que la España de principios del siglo XXI no tiene nada que ver, no ya con la de Larra, sino con la de ______[16]______ tan sólo unas cuantas décadas. Y es que en los últimos 20 ó 30 años este país ha cambiado probablemente más que en los dos últimos siglos. En 1950, casi la mitad de la ______[17]______ activa (48%) se dedicaba a la agricultura, mientras que en la actualidad la mayoría del país vive en ciudades (84%). Se acabó, ______[18]______, la España ______[19]______ de mujerucas vestidas de negro y hombres viejos provistos de boina.
Pero hay otros ________[20]_______ en nuestra sociedad que ______[21]______ al cambio: ya que estamos dando ______[22]______, habrá que decir que en España hay 133.000 bares, una ______[23]______ mayor que la de todos los bares juntos de los otros miembros de la Unión Europea. Aunque parezca un ______[24]______, no lo es. Detrás de ese copeo está una ______[25]______ de vida y una elección social. Resulta que los españoles somos, ______[26]______ los suecos, los europeos que más tiempo dedicamos a las relaciones sociales y a estar con los amigos: dos horas y media al día, nada menos. Cuando tenemos tiempo libre, lo _______[27]______, sobre todo, en ir a los bares con los amigos. ¿Qué haremos cuando disfrutemos de más horas de ______[28]______? Los españoles vemos mucho la televisión y centramos básicamente nuestra ______[29]______ en la familia. Por eso mantenemos el interior de nuestras casas limpio como los chorros del oro, pero tiramos sofás viejos, plásticos y todo tipo de basuras a las aceras; y por eso ______[30]______ los bancos públicos de los parques, que total sólo son públicos, o sea, de nadie.

Adaptado de Rosa Montero © EPS

ANTES DE
CORROMPIDO
INGREDIENTES
POBLACIÓN
AÑADE
DESTROZAMOS
INSTANTE
PUES
ARTÍCULOS
EFICACIA
INVERTIMOS
RURAL
AYUDAMOS
EXISTENCIA
JUNTO CON
SE RESISTEN
CANTIDAD
FALTA
LUGAR
SIN EMBARGO
CHISTE
FORMA
OCIO

CIFRAS
HACE
PERIÓDICOS



martes, 22 de abril de 2014

PRÁCTICA DEL 22.3.2014

Escribe las preguntas de comprensión lectora que serían adecuadas para evaluar y guiar a los estudiantes con este texto:
-          
-         ¿Qué preguntas previas serían necesarias?
-         ¿Qué preguntas de comprensión realizarías?

Previamente, es preciso hacer un análisis del texto para determinar cuáles son las cuestiones esenciales y relevantes que hay que preguntar.

EL ECLIPSE

Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlos. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora. Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo. Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de ese conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura. Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.

Dos horas después el corazón de Fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
                                                        Augusto Monterroso



 
ESOS KILOS DE MÁS

            Estar gordo puede traer todo tipo de problemas, desde mala salud a no encontrar con quién salir los fines de semana. Pero pueden hacerle a uno millonario, lo que no es mala compensación. Es lo que  intentan dos jovencitas del Bronx, que han demandado a la cadena  McDonald´s por los kilos que les sobran. Que son bastantes. Jazlyn,  19 años, 1,65 de altura y 130 kilos de peso. Ashley, 14 años, 1,45 metros, 83 kilos. Alegan que es su apetito desmedido por las dobles hamburguesas, tan alabadas en la publicidad de la famosa cadena de comida rápida, lo que las ha puesto como ballenas. Y piden compensación por ello. Un juez ha aceptado la demanda, para estudiarla y ver si procede. De momento, las chicas están en las portadas de los periódicos que es más de lo que hubieran soñado en su vida. Y con un poco de suerte, se convertirán en millonarias, con  lo que podrán comer todas las hamburguesas que les dé la gana hasta   reventar. Estamos ante la versión alimentaria de la demanda contra  las tabaqueras. Hay gente que se ha hecho riquísima con las indemnizaciones sacadas a éstas, aunque la mayoría lo hayan tenido que pagar con un cáncer de pulmón. Quienes realmente se han hecho ricos son los abogados, que se llevaron una buena tajada, sin tener que pagar más que los impuestos correspondientes. Son presuntamente quienes están detrás de la demanda de las dos chicas del Bronx, ya que ellas, por el aspecto y declaraciones, no parecen tener otra habilidad que embaular bocadillos. No les extrañe que como tengan  éxito en su demanda habrá otras, y no sólo a los restaurantes, sino a bares, pastelerías y tiendas de licores, sin olvidar a los productores de éstos. Así que ya lo saben los muchos y buenos amigos que tengo entre los restauradores madrileños: por si las moscas,  conviene que vayan poniendo en sus cartas, e incluso a la puerta de sus establecimientos, el aviso «El exceso de comida puede ser  perjudicial para su salud».
               Me dirán que todo el mundo lo sabe. Pero también se sabía lo del tabaco y ya han visto lo que ha pasado. A todos nos habían dicho de niños que el tabaco era malo e incluso recibimos alguna bofetada de nuestros padres por encontrarnos fumando, pero seguimos haciéndolo.  Para darnos hoy la posibilidad de demandar caso de que las malas  predicciones se hayan cumplido. Con la comida, tres cuartos de lo mismo: todo el mundo sabe que comer demasiado es malo. Pero ahí  tienen ustedes a esa pareja del Bronx diciendo que puede ser malo  para la línea, pero bueno para la cartera. Lo que hay al fondo de  todo ello es una de los rasgos más característicos de nuestra época: el rechazo de cualquier responsabilidad personal, la tendencia a echar la culpa de todos nuestros males a los demás. Yo, la próxima vez que me pongan una multa por exceso de velocidad, se lo envío al fabricante de mi coche, por haberlo hecho tan rápido. Y encima, le pido indemnizaciones.     

      José María CARRASCAL La Razón digit@l - Opinión – Lunes, 25 de noviembre de 2002
           
- ¿Qué ventajas puede tener estar gordo?
- ¿Qué problemas ocasiona el estar gordo?
- Explica con tus propias palabras qué pretenden las dos jovencitas del Bronx que han presentado una demanda.
- ¿Por qué han denunciado a McDonald´s estas dos jóvenes?
- ¿Ha condenado el juez a la multinacional de la hamburguesa? Razona tu respuesta.
- ¿Qué es lo que sí han conseguido estas dos jóvenes con su demanda?
- ¿Qué pretende decir el autor con el comentario de “se convertirán en millonarias, con lo que podrán comer todas las hamburguesas que les dé la gana”?
- ¿Quién es el que se va a beneficiar de todo el proceso judicial?
- ¿Por qué tendrían que poner el aviso “El exceso de comida perjudica seriamente la salud”?
¿Qué opina el autor sobre todo este proceso?

El tipo que desayunaba a mi lado, en el bar, olvidó un teléfono móvil debajo de la barra. Corrí tras él, pero cuando alcancé la calle, había desaparecido. Di un par de vueltas con el aparato en la mano por los alrededores y finalmente lo guardé en el bolsillo y me metí en el autobús. A la altura de la calle Cartagena comenzó a sonar. Por mi gusto no habría descolgado, pero la gente me miraba, así que lo saqué con naturalidad y atendí la llamada. Una voz de mujer, al otro lado, preguntó: “¿Dónde estás?” “En el autobús”, dije. “¿En el autobús?” “¿Y qué haces en el autobús”? “Voy a la oficina” La mujer se echó a llorar, como si le hubiera dicho algo horrible, y colgó.
            Guardé el aparato en el bolsillo de la chaqueta y perdí la mirada en el vacío. A la altura de María de Molina con Velázquez volvió a sonar. Era de nuevo la mujer. Aún lloraba. “¿Seguirás en el autobús? ¿no?”, dijo con voz incrédula. “Sí”, respondí. Imaginé que hablaba desde una cama con las sábanas negras, de seda, y que ella vestía un camisón blanco, con encajes. Al enjugarse las lágrimas se le deslizó el tirante del hombro derecho, y yo me excité mucho sin que nadie se diera cuenta. Una mujer tosió a mi lado. “¿Con quién estás?”, preguntó angustiada. “Con nadie”, dije. “¿Y esa tos?” “Es de una pasajera del autobús” Tras unos segundos, añadió con voz firme: “Me voy a suicidar; si no me das ninguna esperanza, me mato ahora mismo” Miré a mi alrededor. Todo el mundo estaba pendiente de mí, así que no sabía qué hacer. “Te quiero”, dije y colgué.
            Dos calles más allá sonó otra vez: “¿Eres tú el imbécil que anda jugando con mi móvil?”, preguntó una voz masculina. “Sí”, dije tragando saliva. “¿Me lo vas a devolver?” “No”, respondí. Al poco tiempo lo dejaron sin línea, pero yo lo llevo siempre en el bolsillo por si ella volviera a telefonear.

                        Juan José Millás. Cuentos. Plaza & Janés bolsillo. 2002

-         ¿Quién cuenta la historia?
-         ¿Qué intención tenía al principio la persona que se quedó con el teléfono móvil?
-         ¿Por qué esta persona respondió a la primera llamada?
-         ¿Por qué reaccionó la mujer con pena y desesperación?
-         ¿Qué sentimiento tuvo el hombre que cogió el móvil tras la primera conversación?
-         ¿Cómo reaccionó el marido que había perdido el móvil?
-         ¿Por qué quien encontró el teléfono móvil lo guardó?
-         ¿Qué crees que había pasado antes del comienzo de la historia?
-         ¿Le creía la mujer cuando decía que estaba en el autobús?
-         ¿Sabía la mujer con quién estaba hablando por el móvil? ¿Cuándo se enteró?
-         ¿Qué crees que pasó después de que terminara la historia?




Tres ciegos y un elefante
Leyenda Hindú

(Se lo escuché a una compañera de universidad. Recogida en la India Jalal Al-din Rumi. Existen
diferentes versiones en la red.)

Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con sólo tocarlas.
Usaban sus manos para darse cuenta del tamaño, de la calidad y de la calidez de cuanto se ponía a su alcance.
Sucedió que un circo llegó al pueblo donde vivían los tres sabios que eran ciegos.
Entre las cosas maravillosas que llegaron con el circo, venía un gran elefante blanco. Y era tan extraordinario este animal que toda la gente no hacía más que hablar de él.
Los tres sabios que eran ciegos quisieron también ellos conocer al elefante. Se hicieron conducir hasta el lugar donde estaba y pidieron permiso para poder tocarlo. Como el animal era muy manso, no hubo ningún inconveniente para que lo hicieran.
El primero de los tres estiró sus manos y tocó a la bestia en la cabeza. Sintió bajo sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la pequeña boca. Quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a contarles a los otros dos lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual salen dos grandes lanzas frías y duras.
Pero resulta que cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero éste era tan alto que no alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió también él contar lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de cuero con pelo para afuera.
Entonces fue el tercer sabio, y agarró el animal justo por la cola, se colgó de ella y comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto le gustaba a la bestia, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de la risa de todos. Cuando dejó el juego, comentaba lo que sabía. También él dijo:
- Yo sé muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel en la punta. Sirve para hamacarse.
Resulta que cuando volvieron a casa y comenzaron a charlar entre ellos lo que habían descubierto sobre el elefante, no se podían poner de acuerdo. Cada uno estaba plenamente seguro de lo que conocía. Y además tenía la certeza de que sólo había un elefante y de que los tres estaban hablando de lo mismo, pero lo que decían parecía imposible de concordar. Tanto charlaron y discutieron que casi se pelearon.
Pero al fin de cuentas, como eran los tres muy sabios, decidieron hacerse ayudar, y fueron a preguntar a otro sabio que había tenido la oportunidad de ver al elefante con sus propios ojos.
Y entonces descubrieron que cada uno de ellos tenía razón. Una parte de la razón.
Pero que conocían del elefante solamente la parte que habían tocado. Y le creyeron al que lo había visto y les hablaba del elefante entero.


Escribe el final de este cuento, de acuerdo con la coherencia del texto.

EL LORO DE MI VECINA
Había invitado a un amigo a pasar el fin de semana en su chalé, y éste se había resistido porque poseía un perro de enorme tamaño que no se atrevía a dejar al cuidado de nadie. Insistió el propietario de la casa en su invitación, argumentando que así el perro podría corretear a gusto por los jardines del chalé, y el amigo aceptó por fin el ofrecimiento.
El sábado por la tarde se encontraban los dos amigos charlando tranquilamente en el porche cuando, de repente, apareció el perro con un pájaro entre sus colmillos. El dueño de la casa de campo palideció: se trataba del loro de la vecina. El amigo arrancó al pájaro de las fauces del perro y le pidió toda clase de disculpas a su anfitrión. Allí permanecieron estupefactos los dos, mirando el cuerpo inerte del loro, sucio y lleno de tierra.
El dueño del chalé, tras cavilar un buen rato sobre tan engorrosa situación, le explicó al amigo que su vecina, la dueña del loro, se había marchado de viaje, y que con toda probabilidad no iba a volver hasta el día siguiente.
Lo mejor que podían hacer, le propuso, era limpiar el cuerpo del loro de los restos de tierra, saltar la valla de la casa de la vecina y volver a introducirlo en su jaula. En realidad, el ave no mostraba marcas de dentelladas, y debía de haber muerto asfixiado entre las fauces del perro. La mujer al regresar pensaría que se trataba de una muerte natural.
Así lo hicieron. Limpiaron cuidadosamente el plumaje, lo secaron y aguardaron a que se hiciera de noche para evitar que alguien pudiera verlos. No les resultó difícil saltar la tapia con ayuda de una escalera de mano y una vez dentro, los dos amigos se acercaron hasta el porche de la casa vecina, abrieron la jaula vacía, y metieron dentro el cuerpo inerte del loro. Volvieron sin tropezarse con nadie y por fin de regreso en su casa, el anfitrión dejó escapar un suspiro de alivio.
A la mañana siguiente, domingo, fueron despertados por los ladridos del perro y los gritos histéricos de la vecina. Se vistieron apresuradamente y corrieron a visitarla. Ella les abrió la puerta con una expresión descompuesta en el rostro y chillando de manera obsesiva:
—¡El loro, el loro! —exclamaba mientras señalaba nerviosamente la jaula.
—Bueno —comentó el amigo del dueño del perro—, los animales también se mueren. Nada es eterno.




—Ya sé que se mueren —repuso la mujer—. Precisamente, antes de marcharme de viaje, se murió el loro, y yo misma lo enterré en el jardín. ¿Cómo es posible que haya aparecido ahora dentro de la jaula?

Luis del Val