LA
NORMA LINGÜÍSTICA EN LA ENSEÑANZA DE
LA LENGUA. LOS CRITERIOS DE CORRECCIÓN. (LA NORMA DIASISTEMÁTICA)
El concepto de norma y de
corrección en la teoría lingüística y en la enseñanza
- Introducción
1.1.
Qué hemos de entender por norma o español correcto en la enseñanza de la lengua
-
Un conjunto de reglas (“artificiales” o “propias” de la lengua).
-
El uso más extendido.
-
El uso más adecuado según ciertas variables.
-
El conocimiento del sistema.
1.2.
Relatividad de la norma en la historia de la lengua
La norma es
muchas veces una noción relativa, variable y provisional. Y por eso esta
noción, tan importante para la enseñanza, plantea muchos casos de duda, de
terrenos fronterizos. Es verdad que hay construcciones, expresiones y usos
criticados por académicos, gramáticos, lingüistas y escritores que con el
tiempo han terminado consolidándose y extendiéndose, incluso que,
paradójicamente, se han terminado convirtiendo en norma. No obstante, la
reflexión que hacemos en este párrafo se aplica escasamente a la norma
ortográfica y gramatical y mucho más a la norma léxica.
1.3.
Por qué un idioma necesita una normativización de su lengua estándar escrita
La norma como instrumento colectivo sirve para mantener un
vínculo de comunicación: es una herramienta imprescindible para garantizar la
unidad del idioma.
Los problemas que una lengua tiene si carece de norma: vemos
el caso del latín fragmentado, del euskara batua, del árabe clásico y
todas sus variedades dialectales… En menor medida en la normativización del
catalán después de Pompeu Fabra. La norma es necesaria para la supervivencia de
las lenguas como lenguas de cultura, como códigos unificados que se mantienen
–sobre todo en la escritura- y que permiten servir de instrumento de
comunicación.
La norma también es necesaria para que un hablante adquiera
una conciencia lingüística cabal y para poder usar los distintos códigos en
diferentes situaciones de comunicación. El conocimiento de las diferentes
normas acerca al hablante culto a una conciencia sociolingüística más amplia de
lo que es el idioma, frente a una visión puramente personal. Hablar una lengua
bien es ser consciente de las reglas gramaticales, fónicas, pragmáticas y
sociales de uso de esa lengua. Ese conocimiento es más importante que las metalenguas,
que las teorías y no digamos que los juegos, los talleres, etc.
2. Cuestionario para los alumnos
Responda las siguientes preguntas:
1. Explique y ejemplifique la diferencia
entre norma como convención y norma como concepto inherente a la competencia
lingüística del hablante. ¿Qué normas crea o propone el lingüista y cuáles
descubre porque forman parte de la estructura de la lengua y del conocimiento
implícito de los hablantes?
2. Cómo ha evolucionado en la lingüística
estructural el concepto de norma. Defina y ejemplifique el concepto de norma en
el sentido de Coseriu en oposición a la negación de toda normatividad.
3. En qué consiste la gramaticalidad en la
gramática de Noam Chomsky. ¿Puede poner algún ejemplo de grados de gramaticalidad.
4. Apunte una breve nota histórica de la
tradición normativa del español: Nebrija, los criterios geográficos, la RAE…
¿Qué características tiene la norma ortográfica española? ¿Qué criterios de
corrección han existido en el español para fijar los usos?
5. ¿Habría que hablar de norma vs. uso o de
norma vs. usos? ¿Qué relación hay entre la norma y los usos?
6.
¿Qué relación existe entre el concepto de norma y el cambio lingüístico.
Comente las posturas del purismo y anomia lingüísticas.
7.
Defina y ejemplifique el concepto de norma fonética. Ortología, dicción y
criterios geográficos[1].
8.
Defina y ejemplifique la noción de norma gramatical. Anacolutos, faltas de
concordancia, cambios de orden, construcción…
9.
Defina y ejemplifique la noción de norma léxica: la propiedad semántica. ¿Qué
diferencias se dan al respecto entre el vocabulario idiomático y los lenguajes
terminológicos?
10.
Norma sociolingüística. Condiciones de adecuación contextual y situacional.
Registros y lenguas especiales.
11.
¿Qué relación hay entre normatividad y estilística? ¿Hay una única norma
estilística?
3.
La enseñanza de la lengua y la corrección lingüística:
3.1.
Posturas extremas ante la normatividad en la enseñanza
Comente
y reflexione las siguientes cuestiones en relación con la enseñanza
1.
Tesis purista[2]:
la lengua se rompe. El español de los jóvenes (la jerga de los chats y los SMS)
y el de los medios de comunicación se han deteriorado tanto que hoy la escuela
debería combatir todos esos usos y reparar el español culto, en peligro de
extinción
2.
Tesis contraria a la norma: todo lo que se considera incorrecto terminará por
extenderse y se convertirá en norma (en el sentido de Coseriu). No hay que
corregir ningún uso “incorrecto” porque todas las manifestaciones del habla son
igual de lícitas.
3.2.
La importancia de la norma para un profesor de lengua
Si bien la lingüística
científica relega lo prescriptivo en beneficio de lo descriptivo, la enseñanza
no puede perder de vista algún tipo de criterio de corrección. Y esa
corrección, todo lo matizada que se quiera, ha de considerar desde la norma
ortográfica hasta norma gramatical, pasando por algún tipo de enseñanza de
estilo y hasta de norma sociolingüística o pragmática. La norma no es un
concepto estático: es obvio que la norma gramatical o la propiedad semántica
varían con el tiempo, pero su conocimiento y observancia favorece a los
hablantes que hacen uso de ella. Por otro lado, es preciso notar que la
sociolingüística y la pragmática conceden el valor sociológico, semiótico y
comunicativo de las diferentes variedades del idioma, por lo que la simplista
interpretación que de la dicotomía saussureana hizo cierta didáctica de la
lengua es una visión cada vez más en entredicho.
Uno de
los tópicos más absurdos de los partidarios de identificar gramática
descriptiva con anomia es la de “qué manía tienen de defender a la lengua de
sus hablantes”. Se trata, por el contrario, de defender a los hablantes de su
propia incultura.
La
lengua no está amenazada, si alguien dice eso yerra o habla metafóricamente.
Pese al deterioro de ciertas hablas, nunca en la historia de la lengua española
ha estado tan extendido el nivel culto escrito como en la España actual, en la
que la escolarización se ha generalizado.
Sí
es cierto, por el contrario, que desgraciadamente esta extensión de la
educación en cantidad contrasta con la baja calidad idiomática del estudiante
universitario medio en España, hecho que en sí es un indicador preocupante de
que los pretendidos “objetivos” de la enseñanza de la lengua no se están
cumpliendo como señalan los textos oficiales.
En otro
orden de cosas, es obvio que el registro culto siempre seguirá existiendo,
aunque haya medios de comunicación y personajes públicos que hagan un uso pobre
y en ocasiones lamentable del idioma. De lo que se trata en la enseñanza es de
que a él acceda el mayor número posible de hablantes. Y para ello también
resulta evidente que sin un esmero, una reflexión y un trabajo sobre la lengua
no será posible lograr que los hablantes pertenecientes al nivel culto sean una
minoría que no se corresponda con el porcentaje de titulados superiores de una
sociedad.
4.
¿Cuáles son las fuentes del español normativo?
Las fuentes institucionales son el
diccionario, la ortografía y la gramática académicos. Todo profesor de
lengua debe conocerlas muy bien y estar familizarizado con ellas, así como
consultarlas asiduamente y leer las ediciones actualizadas.
Además, hay una amplia bibliografía
de estudiosos preocupados por el buen uso del idioma que han de ser tomados
como punto de reflexión e información para los profesores[3]
5.
Qué lengua enseñar. La norma diasistemática.
La lengua de la enseñanza es el
español estándar culto. En esta modalidad están escritos por lo general los
libros de texto de las distintas asignaturas de la enseñanza primaria y
secundaria.
No obstante, también debe enseñarse
la variedad del español, tanto geográfica (dialectal) -valorando adecuadamente
el español de América-, como diastrática y diafásica. En Hispanoamérica las
clases cultas son mucho más exigentes con la norma. La lengua española es hoy
un patrimonio de una amplia comunidad cultural. El profesor debe hacer
conscientes a sus alumnos de esta dimensión panhispánica de la corrección
lingüística.
Es conveniente distinguir el nivel
de lengua (culto, común, popular, vulgar) del registro del habla
(formal, informal, jergal, solemne).
Un hablante culto del español debe
disponer de un repertorio de estructuras léxicas y gramaticales propias de los
distintos registros.
La competencia sociolingüística de
un hablante culto consiste en saber distinguir cuáles son las características
fónicas, léxicas, gramaticales, fraseológicas, textuales y pragmáticas propias
de cada registro, adaptando las posibilidades del sistema a las variaciones de
la situación comunicativa.
También es importante fomentar el
valor de la lengua bien cuidada. No todos los usos tienen la misma calidad.
5.
Cómo enseñar la ortografía
En primer lugar, debemos saber
cuáles son las fuentes: el diccionario y la ortografía académica.
En segundo lugar, hemos de conceder
prioridad al léxico más frecuente y de uso común, sobre todo en los primeros
años de la etapa escolar[4].
En tercer lugar, tenemos que
considerar la relación entre fonética y ortografía para prevenir los errores
más comunes entre los escolares[5].
En cuarto lugar, tenemos que dar
reglas que atiendan las regularidades e irregularidades que provienen de la
historia de la lengua española[6].
En quinto lugar, en los casos de
homofonía, es conveniente relacionar la ortografía con la gramática y la
semántica[7].
Finalmente, es preciso tener en
cuenta que la práctica de una buena ortografía depende de la memoria visual y
del hábito de lectura, aunque será necesario hacer prácticas controladas, como
dictados, o ejercicios de completar huecos para practicar las diferentes
dificultades de la ortografía española. Y corregir asiduamente la ortografía en
todas las redacciones de los alumnos, explicando y consolidando las reglas de
su uso.
6.
Qué es lo que entendemos por error o uso incorrecto.
Bajo el rótulo de error o de uso
incorrecto de la lengua se incluye un conjunto tan heterogéneo de cuestiones
que es conveniente diferenciarlos, pues su tratamiento también puede
presentarse como muy variado. Hay que tener en cuenta que en todos estos casos
el profesor debe corregir, comentar o aconsejar los usos que hacen los alumnos.
A título de ejemplificación, no absolutamente exhaustiva, se apuntan los
siguientes casos:
Lo que se considera incorrección a veces es:
-
una creación que termina extendiéndose y que mañana
será norma. (este es el argumento fuerte de los antinormativistas)
-
Un desconocimiento del sistema.
-
Un uso que no tiene prestigio social.
Algunos ejemplos:
- Vulgarismos fonéticos
-
Concordancias mal hechas
-
Anacolutos
-
Régimen preposicional inadecuado
-
Uso impropio de una palabra
-
Confusión con un falso sinónimo
-
Etimología popular
-
Pobreza expresiva
-
Vicios estilísticos
-
Extranjerismos
- Errores en el orden de palabras.
-
Errores en la estructuración de un texto.
-
Errores ortográficos.
-
Uso de términos, expresiones, registros fónicos y fraseológicos inadecuados
para la situación comunicativa en que se emplean.
7. Norma y creatividad
Podemos establecer una relación disyuntiva entre la norma, o
tendencia conservadora de la lengua, y la creatividad. La creatividad supone en
ocasiones quebrar las normas (de ahí el antinormativismo de los románticos),
pero sometiéndose a un sistema de reglas incluso más exigente y exquisito que
el del español común o estándar.
De hecho, los niveles más elevados del idioma (como la
lengua literaria culta), aunque transgredan conscientemente y se rebelen contra
todo academicismo, terminan autoimponiéndose un español mucho más esmerado y
cuidado.
8.
Conciencia de la norma y la corrección en el hablante nativo
La corrección es una noción de la
que el hablante tiene conciencia desde la edad de adquisición del lenguaje. El
niño corrige a su hermano pequeño cuando regulariza el paradigma (rompido por roto)
o incurre en metátesis (pazato por zapato).
Cualquier hablante –aun sin ser demasiado culto o cuidadoso
del idioma- corrige a un extranjero, haciéndole notar que ciertas
interferencias no son buen español, o ni siquiera son español.
La conciencia no está tan clara cuando ciertos usos
sociolingüísticamente vulgares o extendidos gracias a los medios o a ciertos
personajes públicos[8] se
extienden en ciertos ámbitos y hasta se ponen de moda.
Por eso, la conciencia de la importancia de la calidad y de
la corrección por parte de los escolares es desigual, no sólo en función del
origen social y cultural, sino sobre todos según de qué fenómenos lingüísticos
se trate.
[1]
La corrección
ortológica puede entenderse con un criterio centralista o como variedades
sociales de mayor o menor prestigio.
[2] Se aporta como ejemplo “Las
exequias de la lengua castellana” de Forner, S.XVIII.
[3] Pensemos en el español
urgente de la Agencia efe, los manuales de estilo de diversos periódicos –que
además suelen incluir la norma académica, los congresos de la lengua española,
etc.
[4]
Es más grave no saber
escribir bien a los 12 años el verbo “haber” que “ahíto”, “eximio” o
“antihistamínico”, palabras que sí se deberían escribir bien al terminar la
escolaridad.
[5]
Si bien los errores
ortográficos pueden ser variadísimos, la mayoría son confusiones de g/j, b/v,
h/-, etc.
[6] La mayoría de estas reglas
requiere acudir a la etimología: derivados de –hibir (de habeo),
rebelar/revelar, aunque algunas son sincrónicas: imperfectos en –aba, adjetivos
de carácter en –ivo,a.
[7]
Son distintas
categorías gramaticales ha/a; o/oh; tienen significado diferente valla/vaya,
rayado/rallado.
[8] Cuya calidad idiomática o
conocimiento de la lengua culta es inversamente proporcional al rango de su
cargo.
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